Despertó muy temprano, como siempre. Pulsó el interruptor que había sobre la mesita de noche para encender la luz. Allí había una foto donde estaban ella y dos gatitos que tenía, se veía guapa y pensó: “¡Que diferencia!, como estaba y ahora… Dios mío, ayúdame a salir de esta cárcel, quiero ser como antes, alegre, feliz, jovial y deportiva”.
Abrió la ventana y miró al horizonte, todavía no habían salido los primeros rayos del sol. Decidió sentarse en un sillón que estaba frente a un cuadro que le relajaba y le ayudaba a meditar. Pero aún así, le interrumpía constantemente el problema. Intentaba digerir cómo enfrentarlo y poder salir de la situación que hacía meses padecía alejada del mundo
El fantasma ocupó la casa de Angi y bloqueó su vida. Le robaba la energía de su cuerpo y apenas salía de casa. Cada día conversaba con él.
─ ¿Por qué? -dijo Angi- Cada día cuando me despierto me recuerdas lo mismo. ¿Qué quieres de mí?
─ No me gusta que hables con nadie –dijo el fantasma- quédate en casa. Así yo puedo estar a tu lado; de lo contrario, me encuentro solo.
─ ¿Cómo puedes ser tan egoísta? Mis terapeutas me lo aconsejan. Yo necesito que me toque el Sol, estar con mis amigos y mi familia.
─ Pero ellos te aconsejan mal, te dicen que no te preocupes del problema, que te diviertas y vivas la vida. Entonces…. ¿qué pasa con el acoso que te hace tu jefa en el trabajo? Sí, “el Mobbing” y el vacío de tus compañeros, que miran hacia otro lado y ni siquiera te ayudan ¿Ya no te afecta? Yo te escucho siempre y estoy a tu lado.
─ ¡Claro que me afecta! todo lo que me hacen. Pero ¿Y tú?, ¿Qué haces tú? ¿En qué me ayudas? Ahora ya lo veo. Antes no me daba cuenta. Eres un monstruo y me quieres asustar.
Un día, el fantasma la debilitó tanto que se desmayó. Su cara palideció y permaneció dormida varios días. Durante el letargo tuvo un sueño en el que se le apareció un ángel. Se sobresaltó, pero no despertó en ese momento. Allí estaba el fantasma, vigilándola, con ansia de que abriera los ojos para seguir alimentándose de ella. Él veía que Angi se recuperaba descansando, su cara había recuperado el color rosado y él aún la deseaba más.
El ángel la protegía durante el letargo y habló con ella.
─ Angi, no te asustes, soy tu guardián, siempre estuve a tu lado, pero no me sentías ni oías, decidiste escuchar al fantasma. De ahora en adelante, te enterarás de lo que te pasa y harás lo correcto para liberarte de él. Debo avisarte de algo importante que debes hacer sin vacilar: Cuando despiertes, tienes que marcharte de la casa, sin escuchar lo que te diga el fantasma. Comienza para ti una nueva vida. Sé libre y deja que te sorprenda la vida.
Poco a poco comenzó a abrir los ojos y vio que el fantasma la miraba con ojos fijos y comenzó a hablarle, pero ella solo oía al ángel. Tambaleándose llegó hasta la cocina y tomó un vaso de agua. Decidió subir a la habitación, no sabia si podría llegar, estaba débil, pero el ángel le recordó: “Vete de la casa, vete ya, no cojas nada, no subas a la habitación, ¡vete!”
Quedó unos minutos en suspense pero obedeció, dio media vuelta y cogió las llaves del coche.
A punto de subir al coche, vio que el fantasma estaba en la ventana de su habitación, llorando, se quedaba solo y moriría de inanición. Tenía el visillo de color blanco pálido corrido hacia un lado del tragaluz; Angi pudo ver el cuadro que tanto quería y la ayudó a relajarse, pero no pensó en subir y recogerlo, quizás ya no lo necesitaba y quería adquirir un nuevo paisaje.
Angi se alejaba del portal de la entrada con las llaves del coche en la mano y se giró para hacer un rastreo con la última mirada. El fantasma seguía allí, pero ya era tarde para convencerla. Antes de sentarse en el coche, fijó su mirada en él y le dijo:
-No me das pena, eres un vampiro, vete a tu tumba. Jamás volverás a alimentarte de mi ser.
Haiti
Fa 14 anys